Por María del Pilar
Como
muchos se habrán enterado el 23 de abril pasado conmemoramos el Día
Internacional del Libro. Antes de 1995 esta misma fecha era conocida como el
Día del Idioma, pero, desde entonces, la Unesco (Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) decidió cambiar el nombre
por el que actualmente conocemos.
Dejando
de lado datos mínimos de poca monta hemos de preguntarnos el porqué de tal
fecha. ¿Qué sucedió el 23 de abril? Pues bien, ese mismo día, hacia el año 1616,
fallecían William Shakespeare, Miguel de Cervantes Saavedra y el Inca Garcilaso
de la Vega[1].
En este artículo nos limitaremos a destacar la figura del manco de Lepanto porque
es el que, quizás, nos representa más acabadamente. Aunque prometemos escribir,
en un futuro próximo, sobre el mayor dramaturgo que dio a luz Inglaterra.
Cervantes
es el más grande escritor en lengua castellana, y su obra máxima El ingenioso hidalgo Don Quijote de la
Mancha lo ha elevado y colocado junto a los egregios creadores literarios
de todos los tiempos.
Hijo
de un modesto barbero-cirujano, de mozo se alista en el ejército a las órdenes
de Don Juan de Austria, y participa de la victoria sobre los turcos en la
gloriosa batalla naval de Lepanto. En tal ocasión es herido en la mano
izquierda, “para la gloria de la diestra”, que le valió el apodo de “el manco
de Lepanto”. Los años posteriores son un ir y venir de diversas aventuras sin
descanso donde quedó de manifiesto su valor e hidalguía.
Así
se describe el mismo Cervantes:
“Este que
véis aquí, de rostro aguileño; de cabello castaño; frente lisa y desembarazada;
de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de
plata, que no ha veinte años que fueron de oro; los bigotes grandes; la boca
pequeña; los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y esos
mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos
con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande ni pequeño; la color
viva, antes blanca que morena, algo cargado de espaldas y no muy ligero de
pies, éste, digo, que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote
de la Mancha”.
Desde su regreso
a España hasta su muerte, su vida es una constante lucha contra la miseria,
momentos en los que contó con su arma más filosa: la pluma. Es en esos años
cuando escribe numerosas obras que lograron alcanzar fama. Sin embargo su
escrito más destacado, que lo coronó con laureles e hizo que su figura
prevaleciera a través del tiempo, es la novela que habla de las aventuras del
bravo Don Quijote de la Mancha y su fiel escudero Sancho Panza.
El
caballero de la triste figura tantísimas veces considerado como loco por otros
personajes de la obra - teniendo por sabido que loco es aquel que tiene disminuidas
las capacidades mentales y, por tanto, se encuentra en cierto grado alejado de
la realidad- y es él, ¡precisamente él!, quien se encuentra más cercano a la
tierra y a las verdades humanas. Con los pies en el suelo, en el mundo, en la
realidad, pero con la mirada hacia lo alto, al cielo, a lo trascendente, con la
lanza presta a guerrear contra todo enemigo de la verdad. Miguel de Unamuno
dice que es un “enloquecimiento de pura madurez del espíritu”.
Así se nos describe al personaje
principal en la presentación de la edición por el IV centenario de la magna
obra:
“Hidalgo cincuentón, embutido en una armadura
anacrónica y tan esquelético como su caballo que, acompañado por un campesino
basto y gordinflón montado en un asno, que hace las veces de escudero, recorre
las llanuras de la Mancha, heladas en invierno y candentes en verano, en busca
de aventuras. Lo anima un designio enloquecido: resucitar el tiempo eclipsado
siglos atrás (…) de los caballeros andantes, que recorrían el mundo socorriendo
a los débiles, desfaciendo tuertos y haciendo reinar una justicia para los
seres del común que de otro modo éstos jamás alcanzarían, del que se ha
impregnado leyendo las novelas de caballería, a las que él atribuye la
veracidad de escrupulosos libros de historia”[2].
¿Qué más humano
que ayudar a los débiles, hacer reinar la justicia, honrar a las mujeres,
servir lealmente y adorar a Dios? Sí, es una obra escrita en 1605, y no hacía
tanto que el mundo estaba repleto de caballeros que respetaban tales
principios. Es cierto, pero ¿qué es más actual que esto? ¿o acaso debemos dar
por perdido el ideal caballeresco de la vera virtud? De allí la permanencia de
esta novela en el tiempo, de allí su constante aplicación a todas las edades,
por eso decimos que es un clásico. Porque a pesar de los cambios constantes en
las sociedades El Quijote sigue
exponiendo las bases para toda vida humana, las virtudes que deben reinar en el
hombre y en su nación para lograr un recto obrar. No, sin duda nuestro bien
amado Don Quijote, caballero, “más que de hierro, de valor armado” no estaba
loco. Y por ello vale recordarlo, al menos, cada 23 de abril.
Importancia y nobleza de esta
obra dada por sus enseñanzas y por la presencia del vigor español al que nos
asemejamos. Por eso hemos querido rescatar principalmente este libro, porque
América es el retoño del tronco español y, como dijera Ramiro de Maeztu, “por
eso Don Quijote desembarcó en América y se hizo Martín Fierro. Por eso América
sigue hablando, creando, sufriendo y viviendo en español. Con la misma entraña
y estilo que España y con esa vena heroica y militante del espíritu hispánico”,
porque esta obra se hace extensiva a todas las naciones, a todo hombre para
abrazarlo y llevarlo a recto camino.
Cervantes en el prólogo de su
escrito dice, dirigiéndose al lector: “sin juramento me podrás creer que
quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el
más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse.” Y hemos de contestarle que
sí, es el libro más hermoso, el más gallardo y el más discreto que podamos
imaginarnos. Palabras escritas en castellano, airoso libro el que las porta, y
así eleva y ennoblece tal lengua para la eternidad.
Añadimos a continuación un poema,
cuya autora, amante de la poesía, pertenece a nuestra patria chica. Y puesto
que uno de los objetivos del blog es la difusión de trabajos regionales, hemos
decidido publicar por este medio los siguientes versos.
IX
Señor Poderoso, inspira mi pluma
para que yo cante con versos de
cielo
aquel heroísmo que inflamó las
almas
de los que con glorias,
grandiosos murieron.
…………………………………….
Allá en las áridas regiones
ibéricas
junto a grandes hombres que de
allí nacieron
la cuna de un grande dio origen
al héroe
que salvó a la España de enemigo
fiero.
Años ya llevaban batallando mucho
contra aquellos moros que invadir
quisieron
cuando a un hombre grande, de
corazón noble,
el Rey Don Alfonso condena al
destierro.
Y las dos espadas no tienen
reposo
entre morerías en campo
extranjero
y aquel brazo fuerte luchó sin
descanso
y ganó Valencia a enemigo fiero.
Señor Don Rodrigo, campeador
valiente
para ti mi canto lleno de
alborozo
que esta pluma mía te cante por
siempre
y que en ello encuentre su
grandeza y gozo.
Mas la España grande ya no era la
misma,
cambiaron costumbres, entró el
extranjero
y ya no importaba la caballería,
ya no era importante armar
caballeros.
Y los ideales de aquel mundo
antiguo
tuvieron un hombre que los honró
presto
que con la cabeza embotada de libros
decidió ganar un gran nombre
eterno.
su lanza robusta tuvo un
objetivo:
recobrar el mundo de gran
heroísmo
y viajó por tierras cazando
gigantes
como ya ocurría tan sólo en los
libros.
Tu fama y tu nombre vivirán por
siempre,
noble caballero de armadura
vieja,
Quijote, que fuiste hombre
soñador
y diste tu vida por la causa
buena.
Y aquel heroísmo venido de España
tuvo su semilla en ésta, la
América,
que a manos de héroes y de
grandes santos
creció y se hizo grande en esta
tierra.
Y un gran hombre vivió en esta
llanura
perseguido por penas y tormentos
que mostró su heroísmo con
bravura
cuando enemigos buscaban verlo
muerto.
Martín Fierro, paladín de
nuestras Pampas,
te canto hoy, y siempre habré de
hacerlo
te honro con grandes alabanzas
porque muestras el ser de nuestro
suelo.
A Dios, rey de los Cielos, pido
siempre
que pueble siempre este sagrado
suelo
con hombres de grandeza y de
bravura
que engrandezcan su nombre y su
recuerdo.
Te pido, Señor, que nos inflames
a los hijos del argentino suelo
de heroísmo grandioso, y que nos
lleves
con la Patria que nos diste hasta
tu Cielo.
Verónica Ale
[1] Podrán encontrar alguna
afirmación como esta: “la muerte de Shakespeare coincidió con la fecha, 23 de
abril, tenida popularmente por la de la muerte de Miguel de Cervantes. Sin
embargo, en realidad Cervantes, aunque fue sepultado el 23 de abril, había
fallecido el día anterior. Por otro lado, tampoco la muerte de Shakespeare y el
entierro de Cervantes tuvieron lugar el mismo día. El motivo es la diferencia
de calendarios usados: la fecha de la muerte de Shakespeare se refiere al
calendario juliano, vigente por entonces en Inglaterra, en tanto que en los
países católicos, como España, ya había entrado en vigor el calendario
gregoriano. En realidad, la muerte de Shakespeare tuvo lugar varios días
después de la de Cervantes (dependiendo de los autores, se fecha en el 3 o en
el 4 de mayo del calendario gregoriano)”. En este artículo no vamos a entrar en
detalles, de comprobar la veracidad de esto o si existe alguna equivocación. Lo
cierto es que el 23 de abril se recuerda a ambos escritores y que es correcto
tener en consideración la fecha por la importancia y riqueza de la pluma de tan
grandes literatos.
muy buen articulo..me encanto!
ResponderEliminarBuenísima esa poesía! Felicitaciones al autor.
ResponderEliminarmuy buen artículo Pilar!
ResponderEliminar