martes, 20 de mayo de 2014

¿Cómo dudar de la importancia de la literatura?




Por Lorena


La Literatura es Bella. Transmite y descubre Belleza. Y ésta, como tal, que no es más que el esplendor de la forma, de acuerdo al Doctor Angélico, agrada a la vista y produce gozo. Agrada a la vista del alma. Agrada, porque la forma, de esa cosa bella, desborda y se derrama en nuestra inteligencia. Ergo, si la Literatura es Bella, contagia y propala la Verdad y el Bien.


“En alguna ocasión, durante una entrevista, a Borges le preguntaron: ¿para qué sirve la literatura? Él, exaltado, comenzó a argumentar que a nadie se le ocurriría preguntarse cuál es la utilidad del canto de un canario o de los arreboles de un crepúsculo. En efecto, si esas cosas bellas están allí y gracias a ellas la vida, aunque sea por instantes, es menos fea y menos triste, ¿no es mezquino buscarles justificaciones prácticas?”[1].

Tales milagros cotidianos, como el trinar del ave y los colores del atardecer, poseen dignidad y nobleza por el simple hecho de existir. Porque son creaturas de Dios; de un Dios que es Amor. Hermanas nuestras todas ellas, según versa San Francisco, como hijos de un mismo Dios: “Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas…”, en su Himno a la Creación, llamado también Cántico al Hermano Sol. En él, el santo de Asís considera hermanos al sol y la luna, las estrellas, el agua y fuego, viento, tierra, flores, hierbas…

¿A qué viene esto? La Creación entera, la naturaleza con sus animales y hierbas, flores, tormentas y cordilleras, los astros del cielo, el orbe entero y virgen… el hombre y sus vivencias, virtudes, dramas y envidias, debilidades y proezas… Todo es tomado por la Literatura y elevado. Exaltado a la categoría de paradigmas, de arquetipos. Por eso es dable pensar que los clásicos, avistados cronológicamente, cuentan, como el más maravilloso de los cuentos, la historia de la humanidad. Cómo el hombre ha vivido, cómo se ha relacionado con la naturaleza, cómo con Dios, cómo entre sí mismos. Vemos en cada gran obra literaria, el modelo de su época, el deber ser de su tiempo. Entonces, exaltados como Borges protestamos:

¿Cómo dudar de la importancia de la Literatura?...



Y refiriendo al tiempo, divisamos a la amada Historia, que despunta como Magistra Vitae y se entrelaza con la Literatura. ¿Cómo? Clío y Calíope, las dos musas hermanas, se nos ofrecen juntas. De la mano, entrambas hijas de Zeus, inspiran a su querido historiador una y al literato la otra, para que alcancen a desnudar el Misterio.

Las musas, entendían los griegos, eran quienes revelaban la Verdad, cuyo contenido divino y eterno debía ser recordado. Así, la “tradición musical” manifiesta las prerrogativas o leyes eternas de Zeus; y también, cómo Zeus legitima estas leyes. Ellas cantan la Verdad. La revelan primerísimamente por medio de la poesía, que es el medio persuasivo por excelencia, a un elegido, a un “vientre” (condición animal del hombre) que las escucha y contempla. Dando a luz la poesía épica y la lírica.

¿Para qué mencionamos todo ello? Para percibir y admirar en las grandes obras literarias, el legado de cada época. Para gustar la Tradición hecha verso, hecha palabra. Los antiguos lo sabían y con ella se deleitaban.

Debemos recordar que la aparición de la escritura marca un antes y un después en la historia de la humanidad. Sello clarísimo de la importancia máxima del “pensamiento escrito” para el desarrollo de la civilización. Ya que escribir significa plasmar conocimiento, materializar la reflexión.

Y cuánto mayor será la grandeza del escrito si el vocabulario le resulta ancho, holgado y abundante, rico y sustancioso para la inteligencia del que es horizonte y confín de la naturaleza espiritual y de la corporal[2]. Y más aún si el pensamiento se figura con una bella grafía y en armónica melodía.

Una vez estampado, el contenido puede ser modelado y crecido por las generaciones venideras. Así, fuerte y espigado, recorre las generaciones de distintos hombres yendo tras su maduración, hasta toparse con un alma próspera y bizarra que al paladearlo, lo consuma y ultime.

Don Quijote leyendo - Doré
Es que lo Bello es un fruto precioso que resiste el tiempo y sacia el espíritu del hombre de cualquier época. Es la vía que nos introduce de lleno en el reino espiritual. Una vez más…

¿Cómo dudar de la importancia de la Literatura?...



Ella va tras las huellas de la Belleza suprema. Ansía participar un destello de la Inmensa Claridad de Dios, y con ella encender corazones que ardan por amor a su Creador Sublime, el más Hermoso de los Esposos que puede desear un alma. Y ardan las ánimas por sus hermanos, y practiquen algo de aquella “obsesión caritativa”, según el habla de Monseñor Johannes Straubinger, llamado en nuestras tierras Juan Straubinger. Ardan por su Patria bendita, amado suelo que los sostiene y cría. Ardan por celo de la Verdad.

Con ella somos capaces de ver, de palpar con la vista, con ayuda de su letra y verso, de la cadencia de su pluma, el pensamiento de otro. La luz que esa persona ha alcanzado a develar y en su ventura desgaja con toda sutileza y esplendor.

Se nos otorga la dicha de catar la capacidad que aprovechan los grandes escritores de penetrar la anchura del alma humana y plasmar tan recóndito conocimiento en sus personajes. Siendo aquéllos modelos exquisitos de hondura espiritual.

Podemos complacernos en su capacidad de síntesis. En un poema, frase o relato. No escapa a la mente la genialidad de Chesterton, “el mínimum del catolicismo es un ultimátum para el mundo”... o “La aventura podrá ser loca, pero el aventurero ha de ser cuerdo”. Ni se nos escapa, entre tantos, la frase imborrable del aviador francés, Antoine de Saint-Exupéry, “lo esencial es invisible a los ojos”. Tampoco, la cualidad educativa de las lindas fábulas, como la tan conocida de la cigüeña y la zorra, y su moraleja indeleble: no engañes a nadie ni les hagas lo que no quieres que te hagan a ti. Ni la de los cuentos clásicos, ni la de grandes novelas y piezas teatrales; ni el inmortal “ser o no ser”. Insistimos…

¿Cómo dudar de la importancia de la Literatura?...



Conste que nos hemos referido a la Literatura con mayúscula. Pues, la importancia de ésta es grande, pero no de cualquiera que se haga llamar literatura, sino de la buena, de la única Literatura.

Nos advierte la Profesora Liliana Pinciroli:

“Conocido es el episodio de la vida de Esopo que relata cómo un día, habiendo sido enviado por su amo a comprar al mercado lo mejor que encontrara para preparar un banquete, el fabulista eligió llevarle lengua. Y, enviado luego a buscar lo peor que hallara, compró nuevamente lengua. Interrogado por esta elección, Esopo  explicó que la lengua era el don mayor dado por los dioses a los hombres, pues con ella podían expresarse las ideas más altas, los encomios a los héroes, las alabanzas divinas. Pero  igualmente la lengua era para el hombre el peor de los males cuando la utilizaba para el engaño, la maledicencia, la calumnia, la falsedad, la blasfemia”.[3]

Lamentamos honda y desesperadamente la crisis actual de la Literatura. Hoy la palabra no resulta más que un medio de intercambio, un código, un sistema de signos. “Cuando René Guénon señalaba en el año 1926 la decadencia intelectual de la sociedad moderna occidental -continúa la Profesora en su ensayo-  en proporción directa a su desarrollo material[4], indicaba que es en el lenguaje del hombre moderno donde se manifiesta esa decadencia, ya que el lenguaje representa el estado de las mentes. No es difícil entonces dar el diagnóstico del estado mental  de nuestra sociedad actual por el uso que hace del lenguaje.”

Hasta los corazones más endurecidos por las ideologías mundanas advierten el terrible cáncer que carcome a las almas desprovistas de lenguaje:

"El lenguaje se redujo de tal manera que atenta contra la democracia", expuso Pedro Luis Barcia, acostumbrado a sorprender con sus declaraciones, presidente de la Academia Argentina de Letras desde el 2001 al 2013. Continúa: "Cuando no hay capacidad de expresión se achica el pensamiento. Lo vemos todos los días con jóvenes que no leen, que no saben escribir correctamente y terminan con un lenguaje empobrecido. Y ese empobrecimiento intelectual y verbal le hace muy mal al sistema democrático"[5], explica algo preocupado.

No hace falta comentar el contenido de esa frase tan bonita.

Volvemos al tema. Función primera y principal, por tanto, del lenguaje humano, es nombrar la realidad, es decir, la función referencial, en estrecha unión con el logos divino; y no la comunicativa, como proclaman las corrientes lingüísticas que rigen la enseñanza en las aulas.

Nos lamentamos con Fray Mario Petit de Murat, y lo traemos a cita de mano de la Profesora ya alegada:

“País desolado la Argentina, nadie la ha visto aún, es tierra de nadie, (…) y nuestros campesinos son hombres sin tierra. Están rodeados de una tierra ubérrima, que quiere brotar de mil maneras y están pensando, ¿qué haré hoy? Y la radio se enciende a las 7 de la mañana para oír una berreada de estupideces, para matar el día, para matar la inmensa oportunidad que es un día; un día que viene cargado de universo y con Dios mismo, Dios abierto de par en par, que no se pudo entregar al hombre más de lo que se entregó (…) Este oasis que nos ha entregado Dios  y no encuentra un hombre que le dé nombre, es una pobre esposa desvalida que se casó y no tiene marido”[6].

La reflexión final de la Profesora no admite recortes:

“Cierra Castellani su fábula del zorzalito cantor con la advertencia: Los que entienden, que alaben a los que valen, no sea que vengan los que no valen y se hagan dueños del mundo. Cuán calladas están hoy las voces de los grandes poetas y artistas, rodeados como estamos de gorriones superficiales que se han adueñado de las cátedras, las aulas, las secciones literarias de los diarios,  las editoriales… La mayor censura de las voces auténticas es la voz de la ignorancia.”

El poeta es el artista en letras más perfecto, como recordamos con las musas. Ergo, es la poesía, altísima expresión de la Belleza. Como afirmamos al principio del ensayo… Por última vez:

¿Cómo dudar de la importancia de la Literatura?...



Pese a quien le pese, existe un lazo irrompible entre el hombre y la Literatura, que trasciende el tiempo y el espacio. Ella es intrínseca al alma humana. Ella es el canal, la vía más adecuada para volcar el pensamiento y cristalizar alma.

Nosotros seguiremos gozando de su fascinante y embelesador encanto…






[2] “El hombre es como el horizonte y el confín de la naturaleza espiritual y de la corporal, de modo que como medianero entre ambas participa de los bienes de orden corporal y los de orden espiritual" (Santo Tomás, In Lib., De Causis, prop. 2, n. 61).

[3] “El poeta, verbo de los hombres, En textos de Leonardo Castellani”. De Prof. Lic. Liliana B. Pinciroli de Caratti.

[4] Guénon, René. Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada. 3ª ed. Buenos Aires, EUDEBA, 1988, p. 3.



[6] Petit de Murat, Mario José, O.P.  Estructura psicológica esencial del hombre. San Miguel de Tucumán, El Timbó, 2008, pp. 48 -49.

5 comentarios:

  1. En un mundo que entroniza la palabra que destruye debemos enarbolar la bandera de la palabra que construye.
    Sto. Tomás de Aquino define a lo bellos como “aquello que visto agrada”, da gozo, un gozo que sobreabunda, que desborda, el esplendor de la forma, una fulguración de inteligencia sobre una materia armoniosamente dispuesta. La belleza es así un trascendental del ser; Verdad, Bondad y Belleza van unidos. Por eso la belleza es una vía para llegar a Dios. Objetos del pensamiento que superan todo límite, huella reflejo de la Belleza increada.

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  2. Buena distinción entre lo que hace la literatura y lo que hace su ausencia... Cómo construye el pensamiento. Me gustó la frase: "el lenguaje representa el estado de las mentes". Para que tengamos una "mente saludable" o una "cabeza bien formada" debemos... ¡COMERNOS LOS LIBROS!

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  3. Excelente artículo. Nada más perfecto que conocer gozando.

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  4. Muy bueno. FELICITACIONES. podría explicar mejor lo de las musas por favor?

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  5. Muchas gracias por el comentario. Esperamos contestar a su pregunta.

    Las musas son nueve, hijas de Zeus y Mnemosine (diosa de la memoria), es decir, son fruto del vínculo divino de la memoria con la mente compacta de Zeus, mente eterna, que no cambia. Así, las musas son las reveladoras de la Verdad, porque ellas pueden acceder a la mente del padre de los dioses y conocer las prerrogativas o leyes eternas; y, a la vez, las recuerdan.

    Esto es, el contenido de la mente de Zeus es divino y eterno, y debe ser recordado. La “tradición musical” manifiesta todo ello.

    Ellas cantan la Verdad, son quienes la manifiestan y la revelan. El medio persuasivo por excelencia es la poesía, gracias al maravilloso manejo del lenguaje que hace: con sus analogías, comparaciones y recursos, puede hacer cognoscible realidades inmateriales.

    Las musas la transmiten a un elegido, a un “vientre” (con ello los griegos refieren a la condición animal del hombre, su parte corpórea solamente). Éste escucha y contempla, y tiene que obedecer...cambiar de vida, pues no puede mantenerse indiferente ante lo recibido.

    El que ha acogido la revelación está obligado a no olvidarla, a no ocultársela; a no olvidarse a sí mismo, a conocerla o conocerse (que resulta lo mismo) si no quiere caer en la barbarie y seguir siendo sólo un vientre.

    La Verdad, cuyo origen es divino (maravillosamente así entendida por los antiguos), le comunica al hombre la respuesta a los misterios de la vida, y su sentido mismo. El lugar del hombre en el cosmos, su perfectibilidad, su misión, su origen; la condición de creación del mundo que lo circunda.


    Lo que se intenta observar en el artículo, es que la Historia y la Literatura son hermanas, avanzan estrechísimas junto al espíritu del hombre. Cuando se "mira de lejos" a estas artes, se las ve unidas: una necesita la Belleza de la otra, y ésta, la Verdad de aquélla.

    Y el por qué los antiguos admiraban la sublimidad de las artes, siendo conscientes de su importancia en la perfección del hombre. Teniendo muy en claro, el origen divino de la revelación de la Verdad por medio de las musas, de las artes...


    Las "musas" nos son indispensables para alcanzar la luz de la verdad, que llegará a elevar nuestra condición de hombres, dejando por fin de ser vientres mundanos y hedonistas como en los tiempos modernos, prestando oídos al mensaje divino que las buenas artes transmiten...


    Hesíodo es el primero que da los nombres de las nueve y que a partir de allí comienzan a ser reconocidos:

    *Calíope: "la de la bella voz"; musa de la elocuencia, belleza y poesía épica.

    *Clío: "la que ofrece gloria", musa de la Historia.

    *Erató: "la amorosa", musa de la poesía lírica-amorosa.

    *Euterpe: "la muy placentera", musa de la música, en especial, de la flauta.

    *Melpómene: "la melodiosa", musa de la tragedia.

    *Polimnia: "la muchos himnos", musa de los cantos sagrados y poesía sacra.

    *Talía: "la festiva", musa de la comedia y poesía bucólica.

    *Terpsícore: "la que deleita en la danza", musa de la danza y poesía coral.

    *Urania: "la celestial", musa de la astronomía, poesía didáctica
    y ciencias exactas.

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